Basta que no diga nada para que me escuches;
basta que diga todo para que me ignores;
el silencio suele ser más doloroso
cuando una mueca dice más que las palabras;
cuando un suspiro se me escapa entre la boca
temerosa de caer en el olvido;
que por más que hable, no te digo nada,
que por más que escuche, sólo hay gritos;
que no es más sabio quien más grita
y tampoco menos quien más calla;
basta con un dedo entre labios
para que resulte más de lo que escribo;
cuando los versos sienten más que dicen
y ya no cuentan lo que digo:
un deseo,
un anhelo
y un suspiro…