Las puñaladas de color que procuraste
suenan como la campana de bronce de mi mesita de noche;
Dos guardianes, envueltos por este sonido, velan mi almohada;
uno, dice vigilar mis sueños, y el otro, los tuyos.
El humo de la pipa del barquero se apaga,
lo entiendo,
estás conmigo.
Anoche soñé con tu presencia en mi espalda;
sin imágenes;
sin palabras;
sin sonidos;
la presencia más pura,
la que comprendes sin sentido.
Esta noche guardaré mis canicas
en una cajita que enterraré a la orilla del río,
ahí donde en sueños me reúno contigo;
si esta noche vienes;
si esta noche me reconoces
y quieres navegar conmigo,
prometo que,
antes de abrirla,
antes de despertar y volver al mundo de los vivos,
prometo que te pediré permiso.
Davidrey
Prometo que, te pediré permiso: El poema siempre está casado con algo o con alguien, la numen, con sus numerosos rostros, nos incita de forma contínua desde el pasado, presente e incluso anticipa las flores desconocidas del futuro, y aquí estamos, dando fe de su magia, con nuestros versos, como si éstos estuviesen compulsados.
ResponderEliminarUn abrazo Pablo.
María.(Macarena.)
Pedir permiso para despertar, es solo una bonita
ResponderEliminarmanera de regalarle a alguien un sueño... Gracias María
Davidrey